Mucho antes de la era del grunge de los noventa y la tendencia de los vestidos lenceros diáfanos con una tira de terciopelo negro abrochada alrededor del cuello, las gargantillas han jugado un papel importante en la historia de la joyería. Usadas ​​por civilizaciones antiguas como medio de protección, las gargantillas se encuentran entre las primeras joyas registradas en la historia y, aunque su popularidad ha aumentado y disminuido a lo largo de los siglos, hoy por hoy, son una muestra de poder y fuerza.

Durante la era victoriana, la realeza desarrolló una afición por las gargantillas enjoyadas, una de las favoritas de Alexandra de Dinamarca, reina consorte del rey Eduardo VII, que gobernó Inglaterra de 1901 a 1910. Su amor por las gargantillas engastadas con piedras preciosas y perlas, que se elevaban muy alto el cuello y cubría el escote marcó un hito en la época.